El futuro no es remoto
- 8 minutos de lecturaCuando pienso en modelos de trabajo futuros, no puedo dejar de imaginar un mundo en el que las interacciones personales vuelvan a tomar protagonismo. Si bien el trabajo remoto ha sido la solución a muchos problemas en tiempos de pandemia y ha demostrado ser útil en ciertas circunstancias, también es cierto que no es la panacea que muchos creen.
Durante este período, hemos tenido que desaprender la forma de ser una oficina tradicional y adaptarnos a un entorno laboral virtual. Sin embargo, ahora es el momento de repensar qué tipo de oficina queremos ser en el futuro, buscando un equilibrio entre el trabajo presencial y el remoto que aproveche lo mejor de ambos mundos y fomente un ambiente más humano y colaborativo.
Sin duda, el trabajo en remoto ha sido un reto a nivel social. Sin embargo, a medida que nos hemos ido adaptando a esta modalidad, he notado cómo las interacciones personales se han visto relegadas a un segundo plano, siendo sustituidas por videollamadas, conversaciones de chat y correos electrónicos. Y aunque estas herramientas han sido de gran ayuda, no siempre son el sustituto ideal para el contacto humano y la cercanía que solo se puede lograr en un ambiente presencial.
Puedo explicar un caso concreto en el que las reuniones presenciales con clientes me han demostrado ser más efectivas que las remotas. Hace un tiempo, nos encontrábamos en la etapa inicial de un proyecto con un nuevo cliente. Como parte del proceso, debíamos organizar una serie de sesiones para definir objetivos y estrategias. Decidimos realizar la primera reunión de forma virtual.
Aunque la sesión fue productiva, noté ciertas barreras en la comunicación, como la dificultad para percibir las reacciones de algunos participantes, así como la falta de interacción espontánea que suele ocurrir en un entorno presencial. Además, la dinámica de grupo se vio afectada, ya que las conversaciones informales que suelen propiciar la creación de vínculos entre los miembros no se dieron en el entorno virtual.
Meses más tarde, decidimos llevar a cabo otro workshop de forma presencial y el cambio fue notable.Las discusiones fluyeron con más naturalidad, las personas se mostraron más abiertas a compartir sus ideas y preocupaciones y el ambiente en general fue más relajado y propicio para el trabajo en equipo. Al final del taller, todos coincidimos en que la experiencia presencial había sido mucho más enriquecedora y productiva que la sesión virtual.
Este ejemplo ilustra cómo, en ciertas situaciones, el trabajo presencial puede proporcionar una experiencia más rica y efectiva en comparación con el trabajo remoto, especialmente cuando se trata de las primeras interacciones con un cliente. La cercanía física facilita la construcción de confianza y entendimiento entre los miembros del equipo y el cliente, aspectos fundamentales para el éxito de cualquier proyecto.
A pesar de que podamos contar con los medios tecnológicos más avanzados y los mejores facilitadores en remoto, implementando dinámicas específicas para generar vínculos y fomentar la comunicación, la realidad es que la presencialidad y el contacto cercano nunca podrán ser sustituidos por completo en el ámbito laboral. La calidez y la espontaneidad de una conversación cara a cara son elementos fundamentales para establecer relaciones sólidas.
“El futuro del trabajo es un espacio donde lo presencial y lo virtual se complementan, creando un entorno laboral más humano.”
Continuando con la importancia de las interacciones personales, quiero mencionar varias situaciones que observo a menudo en el ámbito laboral. Con la implementación del trabajo remoto, muchas personas nuevas se han unido a nuestros equipos, y a menudo no hacemos el esfuerzo necesario para interactuar con ellas como lo haríamos en un entorno presencial. En lugar de acercarnos a nuestros compañeros recién llegados, tendemos a mantenernos en nuestros círculos preexistentes, limitando la oportunidad de establecer relaciones de confianza y enriquecedoras.
Además, veo con preocupación un aumento de personas que prefieren no utilizar la cámara durante las videollamadas, argumentando multitud de motivos. Aunque estas excusas son comúnmente aceptadas, esta actitud contribuye a la falta de interacción personal y cercanía en el entorno laboral virtual. En mi opinión, deberíamos limitar estas situaciones que impiden relacionarnos con los demás, independientemente de nuestra apariencia o situación. La comunicación visual es fundamental para construir relaciones sólidas, tanto personales como profesionales.
Sin embargo, es importante reconocer que hay casos en los que la comunicación visual no es posible, como en el caso de las personas con discapacidad visual o ceguera. Para ellas, las interacciones por voz adquieren una importancia aún mayor. Aun así, las conversaciones en persona pueden brindar un entorno más propicio para establecer conexiones emocionales y comprender las necesidades y sentimientos de los demás a través de otros aspectos de la comunicación, como el tono de voz, las pausas y el tacto. Por tanto, es fundamental adaptar nuestras estrategias de comunicación y trabajo en equipo para garantizar que todos los miembros puedan participar de manera efectiva y sentirse incluidos en el proceso.
Estos ejemplos ponen de manifiesto la necesidad de un enfoque más equilibrado y consciente en el ámbito laboral, donde se promueva y valore la interacción personal y se busquen alternativas para mantener la conexión y cercanía entre los miembros del equipo, independientemente de las condiciones de trabajo. Solo así podremos construir un futuro laboral inclusivo y humano, donde todos nos sintamos parte de un grupo y tengamos la oportunidad de crecer y desarrollarnos.
Por supuesto, hay profesiones en las que el trabajo remoto ha resultado ser una excelente opción, permitiendo a muchos profesionales desarrollar sus habilidades y talento desde la comodidad de sus hogares. Pero lo cierto es que no todas las profesiones pueden adaptarse con éxito a esta modalidad, y no todos encuentran en el trabajo remoto la satisfacción y motivación que necesitan.
La verdadera esencia de sentirse parte de un grupo, un equipo, es la interacción personal. Cuando compartimos un espacio físico, es más fácil establecer relaciones sólidas y crear vínculos que, en última instancia, nos ayudan a ser más eficientes y productivos en nuestro trabajo. Además, el trabajo presencial nos permite experimentar momentos de empatía y apoyo emocional que son difíciles de replicar en el entorno virtual.
Hace tiempo escribí sobre las etapas de madurez en la implementación del modelo remoto, en la que el ultimo estadio es “All-remote”, donde la empresa, además de tener solidas prácticas de comunicación, interacciones sociales y ciclos de feedback, debe estar libre de cualquier activo inmobiliario persistente.
Para mi existe un nivel aún más avanzado, al cual podríamos llamar “Wise-Remote”. En esta etapa, las organizaciones no solo han adoptado completamente el trabajo remoto, sino que también han aprendido a identificar y aprovechar las oportunidades para las interacciones presenciales cuando estas son más beneficiosas y enriquecedoras para el equipo y el proyecto.
El enfoque “Remote-Wise” implica un profundo entendimiento de las ventajas y desafíos del trabajo remoto, así como la capacidad para discernir cuándo las reuniones presenciales son clave para mejorar la comunicación, la colaboración y la construcción de relaciones sólidas entre los miembros del equipo y los clientes. Es un enfoque flexible y adaptativo que reconoce que, aunque el trabajo remoto puede ofrecer muchos beneficios, no siempre es la solución ideal para todas las situaciones.
“Veremos un retorno a las interacciones personales, donde el trabajo en remoto será solo una opción.”
No debemos olvidar que somos seres sociales por naturaleza, y es en el contacto cara a cara donde encontramos el sentido de pertenencia que tanto buscamos. En el futuro modelo del trabajo, creo que veremos un retorno a las interacciones personales, donde el trabajo en remoto será una opción, pero no la única.
La tecnología debe jugar un papel esencial en la mejora de las interacciones remotas y en estrechar lazos entre las personas en el entorno laboral. Sin embargo, aún no hemos alcanzado ese nivel. Espero con ansia que se hagan realidad proyectos como el Proyecto Starline de Google, que lleva años desarrollando una solución tecnológica con el objetivo de recrear la experiencia de la presencialidad, mediante una especie de “ventana mágica” a través de la cual podemos interactuar en tamaño real y en tres dimensiones, permitiendo mantener contacto visual.
Mientras esperamos a que tengamos acceso a esta tecnología, en lugar de idealizar un futuro exclusivamente remoto, deberíamos pensar en un futuro más híbrido, donde se combinen lo mejor del trabajo presencial y el trabajo remoto según las necesidades y características de cada profesión. Esta visión nos permitirá aprovechar las ventajas de ambas modalidades sin sacrificar la riqueza de las interacciones humanas que nos definen y nos hacen únicos.
La tecnología seguirá desempeñando un papel fundamental en este proceso, permitiéndonos explorar nuevas formas de colaborar y conectar a nivel humano, independientemente de la distancia que nos separe. Y a medida que evolucionamos hacia un enfoque “Wise-Remote”, estaremos cada vez más cerca de construir un entorno laboral más humano, cercano y satisfactorio para todos.